
Imaginaba otro Vélez a esta altura del campeonato. Probablemente con una similar cantidad de unidades, pero sin dudas, con otro semblante dentro del campo de juego. Sin prejuicios, yendo al frente en cualquier estadio. Atacando, con las ideas claras. Anhelaba un plantel unido, dentro y fuera de la cancha, con un objetivo nítido, y una misma línea de comportamiento en cada uno de los ámbitos que rodean a la pelota.
Presentía una brigada, a la que le habían tocado el orgullo, con capacidad mental y futbolística, para hacerle tres goles a la cuarta de Lanús, sin llegar a tener que sufrir ningún tipo de sobresaltos, pudiendo liquidar el pleito, no en el minuto final, sino en los ochenta y nueve anteriores. Aclarando, también, que si la fortuna tomaba la incorrecta decisión de uniformarse de granate, hoy, la realidad era otra. Muy posiblemente, esos más de cien gendarmes convocados, tanto en el hall de entrada, como en la antesala del vestuario local, se retiraban a sus hogares, sin haberse desempeñado como espectadores de lujo de un silencioso camarín.
Algún lejano vínculo familiar entre los profesionales de Liniers, y el eterno niño Forrest Gump, me obligan a confeccionar el paralelo, entre un drama y el otro. ¿Adivinen cuál, ganador de varios premios Oscar? El restante, campeón nacional de la ciclotimia y / o sufrimiento en partidos relativamente accesibles.
Recuerdo con solidez, aquel primer viaje de Forrest a bordo del autobús, venciendo a los rivales de turno, sin jugar del todo bien, pero con demasiadas expectativas. Puedo rememorar también, a ese seleccionador campeón del mundo en reiteradas oportunidades, adoptado como héroe en una nación carente de alegrías. Hoy, un año después, lamentando el presente velezano, pese a estar tan cerca de la punta; las dilatadas determinaciones del Señor Tocalli, se asemejan bastante a las de aquel joven de Alabama.
El idéntico proceder de ambas premisas de la teoría, es quien me lleve a realizar la siguiente hipótesis. “Tonto es el que hace tonterías”, profesaba el film, sin saber que años mas tarde, se intentaría atacar, acumulando defensores (Porque Lima es defensor), e incendiando delanteros (Léase Coria, Cristaldo, y esperando equivocarme, próximamente Guzmán, en las mejores salas…)
Analizando los diferentes contextos, podemos observar que los máximos caciques fortineros, corren a grandes velocidades, basándose también, en el personaje de Tom Hanks. Correr, es hacer algo con rapidez, según marcan los diccionarios. Evitar, eludir, obviar, sortear, etcétera. Los jugadores, en un marco equivocado, disminuyen la tarea de quienes vendrían a ser el nexo entre ellos y los hinchas. Nerviosos, violentos, ácidos, optan por resguardarse, por correr, por huir, por llamar al silencio. - “No vamos a hablar. Decisión del plantel”, afirmaba, un centrodelantero, que debería agradecer más, e ironizar menos, mientras concebía un nuevo record, llegando a su camioneta en menos de diez segundos.
Mucho tiempo pasará, seguramente, hasta que el grupo vuelva a dar la cara. No ante los periodistas, sino frente a la gente. Que se entienda: A la prensa no le interesa en absoluto, el análisis en caliente de un tipo, que por lo general, lo único que sabe hacer, es patear una pelotita. Es al hincha al que si le significa su palabra. Es el socio que paga la cuota, y a su vez los sueldos, quien desea oírlos.
Deberían tomar más responsabilidades, ante ese simpatizante que no tiene porque soportar, la susceptibilidad charrúa, por citar un ejemplo, que los lleva a festejar los goles de maneras no convencionales, por lo menos, en nuestro fútbol argentino. De un lado Santiago Silva, creyendo que la carambola de la igualdad frente a un equipo semi recreativo, le otorga ciertos derechos y atribuciones para gritar con sarcasmo, de cara a una tribuna popular que desea a más no poder que siga convirtiendo goles para el bien de Vélez. En la misma vereda, Pablo Lima, con la correcta arrogancia que lo caracteriza frente los rivales, pero no ante la gente.
Así está Vélez. Del mismo modo que la pluma de Forrest Gump. Deambulando por la tabla de posiciones. Paseando dentro de un campeonato irregular que podría tenerlo puntero. Repleto de vicisitudes, dejando el futuro en manos del destino. Impredecible como la vida. Similar a esa famosa caja de bombones, que ofrece la película, y anuncia el desconocimiento de lo que pueda llegar a ocurrir de aquí en adelante.