Esta es la palabra que mejor le cabe al conjunto dirigido por Ricardo Gareca para describir estos primeros 7 partidos que se llevaron a cabo del Torneo Clausura 2009. El diccionario dice que la esquizofrenia “está caracterizada por un disturbio fundamental de la personalidad, una distorsión del pensamiento, delusiones bizarras, percepciones alteradas, respuestas emocionales inapropiadas y un grado de autismo”. Al parecer, todos factores que bien pueden encajar con el andar de Vélez en este campeonato. Parece mentira que se repita tantas veces, pero el Fortín es un equipo en un tiempo y otro muy diferente en el otro.
Es difícil poder dilucidar cuales son específicamente las razones que provocan este desorden de personalidad futbolística en el equipo velezano. Es claro que falta de actitud no hay, desde el momento en que va y se planta ante Central, en Rosario, y con toda esa masa enorme de público en contra. Vélez, hasta ahora, no ha dejado deudas en cuanto a lo anímico o a la respuesta espiritual, si así queremos denominarla. Sin embargo, algo está fallando para que no se pueda terminar de definir un partido que, en la primera parte, estaba para golear. Los dirigidos por Mostaza Merlo no la vieron ni cuadrada en un primer tiempo en donde se destacaron las actuaciones de Víctor Zapata (no sólo la habilitación sino el despliegue y la salida que le dio desde el medio al equipo), Joaquín Larrivey (más allá del gol, es un delantero de jerarquía) y Nicolás Otamendi (sigue demostrando firmeza). El error, claro está, fue no haber aprovechado esos primeros 45 minutos de desconcierto en un rival que estaba entregado y que dejaba tocar la pelota a su antojo a Vélez. Vélez tuvo varias situaciones para hacer algún gol más, pero no pudo ser. Y le iba a costar caro.
En la segunda parte, Central salió decididamente a llevarse al Fortín por delante, y lo pudo hacer, básicamente porque Vélez se dejó llevar por delante. El equipo rosarino bajo ningún punto podía llegar a ser superior futbolísticamente, sin embargo, con una mezcla de ganas y empuje, hizo que la línea de fondo estuviese cada vez más en el fondo, que Razzotti quedara un poco desubicado posicionalmente en la cancha y esto fue, en gran parte, debido a la instrascendente actuación de Darío Ocampo. ¿Hacen falta muchos más partidos para darse cuenta que el muchacho no puede jugar 90 minutos? Los hinchas velezanos, que hace rato conocemos a este jugador, sabemos de lo que hablamos, y todo se resume en que Ocampo es un jugador de 20 minutos, no hay vuelta que darle. Esto no sería grave si solo careciese de poder ofensivo, pero si uno lo ubica como volante por derecha, se tiene que dar cuenta que no tiene recorrido hacia atrás, y le genera problemas a Razzotti y también a un Cubero que le hacían el 1-2 constantemente. Gareca apostó al contragolpe, lo puso al pibe Coronel para cerrar el partido (a mi gusto prematuramente) y le salió mal, esa es la realidad. También es preocupante la situación física de Maxi Moralez: ¿está realmente bien o sigue molesto con la lesión del tobillo ante Estudiantes? Sino no se entiende lo poco que apareció, salvo algún chispazo de talento, en las segundas partes de los últimos partidos. En fin, la cuestión es que Central se animó y, a base de pelotazos y otras yerbas, logró meter a Vélez en su campo. La jugada del gol rosarino es un ejemplo clarísimo: la pelota surcó el campo a lo ancho dos veces, sin que ningún jugador velezano pudiese despejarla. Se sabe que, cuando la pelota cambia de lado, el equipo queda desacomodado y eso es lo que finalmente pasó, obviando el hecho de la suerte en el zapatazo de Caraglio que entró pidiendo permiso. Sobre el final entró el Burrito Martínez y demostró una movilidad interesante, algo que le faltó a Vélez en ciertos pasajes del partido.
Antes que nada, y para ir cerrando, es importante destacar que un empate en Rosario, de la forma en que lo consiguió Vélez (mereciendo mejor suerte y jugando mucho mejor que su rival en el plano general) no es un mal resultado, mirándolo objetivamente. Es cierto, el triunfo estuvo muy cerca y no se pudo dar, pero es importante mirarle el lado positivo a la cuestión. De esta forma, Gareca podrá analizar mejor que falló y que se puede hacer para seguir mejorando y evitar sufrir en las segundas partes. Vélez hace y deshace, pero los rivales nunca lo superan, y eso es importante. A concentrarse, descansar y pensar en el próximo rival.
1 comentario:
Muy de acuerdo con el post. El déficit fue por la derecha, Ocampo no acertó en la creación y jamás pudo aportar en la marca. No por nada el Equi González se ubicó por ese lugar de la cancha y logró conmplicarnos.
Me preocupa que no hayamos encontrado la solución a la ausencia de Cabrera. Ojalá este receso también ayude a solucionar esa cuestión, no es fácil.
Creo que día a día se está construyendo un Vélez más sólido, más equipo. Le tengo fe.
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