domingo, abril 26, 2009


No importó la localía de Colón. No importó el mal arbitraje (¿habrá sido una casualidad?) de Bassi. No importó nada. Importó la camiseta. Por eso y por el carácter que tiene este equipo, Vélez le ganó por 4-2 a Colón, en el Cementerio de los Elefantes, con goles de Cristaldo, López (x2) y Martínez. Una vez más, el Fortín demostró que no le pesa la punta y que tiene cuerda para rato.

El partido se presentaba como uno de los choques más interesantes del campeonato. Por un lado Colón, que venía haciendo una muy buena campaña, y que estaba ahí nomás del puntero. Vélez, por su parte, quería mantener el invicto y seguir ahí arriba, solito y solo. Desde el fútbol, más que apetecible. Lo que muchos no iban a tener en cuenta es lo mucho que significaron por un lado los fallos arbitrales, y por el otro la personalidad de un equipo ganador.

El arbitraje de Bassi merece un párrafo aparte, pese a la euforia que tenemos todos los velezanos por un triunfo bárbaro. Es increíble que en el primer tiempo a Vélez lo hayan robado tan descaradamente y nadie diga nada. Partiendo de la base de múltiples golpes a Domínguez, Cubero, Papa, y la lista sigue (generalmente en la mayor parte de las jugadas estaba metido Esteban Fuertes) pasando por un gol que debería haber sido anulado por foul clarito a Montoya, y terminando por la pasividad para mostrar amarillas. Lamentable lo del referee.

Y justamente, la mala labor del señor de negro agiganta la figura de los 11 titanes que salieron a jugar en Santa Fe. Porque cualquier otro jugador se hubiera hecho expulsar después de los constantes golpes del Bichi Fuertes a Cubero, o de Ledesma a Domínguez, o de Capurro primero a Papa y después también a Cubero. Cualquier jugador, perdiendo 2-0, de visitante, y jugando mal, hubiera perdido la cabeza. Pero hoy Vélez fue realmente inteligente. Supo pasar el peor momento de la mejor manera posible, y esperó al segundo tiempo para reacomodar las piezas y volver a empezar. Nunca entró en el juego de un Colón que quiso ganar el partido de guapo y terminó con las manos vacías. Esto es lo que verdaderamente hay que destacar: hoy Vélez fue un equipo con cabeza y con coraje. No hace falta pegar para tener personalidad, y quedó evidenciado.

Por otro lado, hay que hablar de lo táctico, y creo yo que acá es cuando empezaré a generar alguna que otra polémica (sin ser mi intención). Me parece que el Tigre se equivocó al plantear el partido de la manera en que lo hizo. Era claro que entre Cristaldo y Velázquez por los costados la marca iba a ser nula. Lo que no se podía saber, igualmente, es que un chico como el “Bebu” iba a poner tan pocas ganas en un partido tan trascendental. El muchacho este iba al trotecito en momentos en que Vélez necesitaba un cambio de ritmo. Juega displiscentemente, como si fuera un solteros contra casados. Ahora se entiende un poco más lo que pasó con el sub 20. Por otro lado, Cristaldo no siente esa función de volante por izquierda con la cual quiso innovar Gareca, y esto generó bastantes problemas, porque ni atacaba ni defendía. En fin, como se preveía, y como se habló en la anterior columna, Vélez estuvo partido, y la sacó barata en la primera parte más que nada porque tiene dos leones en el fondo como lo son Otamendi y Domínguez. Con ellos uno va hasta la guerra, tremendos ambos. Así como se critica esto, también es para elogiar los cambios que realizó el técnico de Vélez, que lograron volver a meter a Vélez en el partido. Con el ingreso de un Díaz que debería haber estado desde el arranque y que jugó con mucha sapiencia; con la aparición del Burrito, que le dio más oxígeno y más inteligencia al ataque y con la apuesta de Nanni, acertada al final de cuentas. Si se equivocó, finalmente lo arregló, y eso es lo que vale. Para destacar también la tarea de Razzotti, que si bien no está en todas las fotos, es la rueda de auxilio y el que puso el cuerpo para bancar al equipo en momentos complicados y para ir al ataque en el tercer gol velezano.

Ahora sí: ¡qué triunfazo! Si a uno le decían como iba a ser el partido, no lo hubiese creído. Haber ganado en Santa Fe, con todo en contra, y de la manera en que se dio vuelta el resultado, termina de asegurar que a este equipo si hay algo que no le falta es huevos. Lisa y llanamente. Porque podrá faltar fútbol, podrá faltar inteligencia para cerrar los partidos, podrán faltar muchas cosas. Pero si hay algo que no les falta es amor propio. En los momentos menos indicados, el equipo va y va, y no se resigna con un empate. Lo quiere todo y eso es lo que lo hace realmente destacarse. Cuando a los demás les pesa la altura, Vélez se ríe de eso y la busca con más ganas. Sin mucho más que esto, no me queda más nada que decir más que lo siguiente: gracias jugadores y cuerpo técnico, hoy nos hicieron sentir verdaderamente orgullosos.

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