lunes, mayo 19, 2008

El silencio de los inocentes


Ver para creer. Incomodidades varias tratándose de un enfrentamiento de Primera División. Horario natural para el ascenso, en un marco reducido e inseguro, haciendo las veces de estadio, y recibiendo a una multitud velezana. Peor disposición por parte de Argentinos Juniors, aún extraño en su propiedad privada. Mísera y triste atención a propios y ajenos, evidenciando la mayúscula distancia entre un equipo y el otro. Lejos de ser clásico, pese a las ansias de algunos, orgullosos del absurdo show de luces y fuegos artificiales pasadas las dos de la tarde, acompañando la salida de un equipo de mitad de tabla para abajo.

Del otro lado Vélez Sársfield. Ciclotímico y soñador. Un conjunto sigiloso, e ingenuo, dentro y fuera de la cancha, repleto de susceptibilidades, pero por sobre todas las cosas, de altibajos. Si bien el Fortín de Tocalli había desperdiciado varias oportunidades, ganando reingresaba en la pelea.

“Los muditos”, curiosamente, saludaban a su público, y así arrancaba el partido. Dependiendo de la vehemencia de Damián Escudero, asociado a un Jonathan Cristaldo, que si jugaría todo el partido como los primeros quince minutos, estaríamos ante un soberbio jugador. Argentinos, hasta ahí. Especulación y negocio constante. Si bien no tomaba la iniciativa, tampoco desentonaba ante un rival tenue y predecible.

Veinte minutos, veinticinco como mucho. Eso fue todo. Desde ese momento, el local resurgió, haciéndose fuerte en su casa, y los propios fantasmas velezanos, junto al famoso miedo escénico, regresaron a Liniers antes de tiempo. Inocencia en su curso más puro. Bastaron las pocas veces que aterrizaron los de Gorosito en el arco de Montoya, para marcar esa diferencia. De actitud principalmente. Si, nuevamente de actitud. Dejando sola a una de las tantas torres que saturaban Paternal, y pecando de ingenuos e inofensivos. Así, Argentinos llegaba al gol. Las buenas actuaciones de Tobio y Pellerano, no alcanzaban en absoluto, para detener la iniciativa de Peñalba; el amor propio de los “Colorados”, y los centros al área del Fortín. El segundo gol, anecdótico e infantil. Entrando solo por el medio, ante una desmesurada pasividad de todo el equipo, en especial de Ocampo, quien había ingresado hacía unos minutos y ya no le daban las piernas.

Al margen la tarea de Juan Pablo Pompei. No se esperaba más. Si bien no fue totalmente categórico ni decisivo en el marcador, nunca castigó con la misma vara a los jugadores locales y a los visitantes. Generoso en expulsar a Uglessich y Bustos, sobre todo pensando en el próximo compromiso de Vélez. Lamentable, no haciendo lo propio con Álvaro Pereyra.

Dos goles, y dos expulsados. La guapeza semi profesional, parece no tener fin. Para muestra basta un botón. Zapata insultando al juez de línea al término de la primera parte. Bustos, confundiendo inteligencia con impotencia, y pegando en lugar de quitar. Díaz, asimilando los desaciertos de sus compañeros, y peleándose con Papa de Central, y Pereyra de Argentinos. Uglessich, a disgusto con el liderazgo otorgado por el entrenador, y no siendo capaz de revolear la pelota a Boyacá, pero si para hacer lo propio con la cinta de capitán.

En fin… El tren del campeonato ya no para en Liniers. La lógica práctica de entrar a las copas finalmente pudo más que el sueño de obtener un Torneo Clausura bastante devaluado, por cierto. A cuatro fechas del final, se terminó lo que se daba. La nafta que sobraba, ya no alcanza, o es utilizada en otros ámbitos. Que la inocencia te valga, Vélez. El silencio continúa…

4 comentarios:

El Cronista Deportivo dijo...

Buen post!

El Cronista Deportivo dijo...

Y la foto que elegiste también!!!

Anónimo dijo...

Excelente post !!!!

Sobre todo esa parte que, en un genial párrajo digno de comedia, intenta convencer a propios y ajenos que Velez es un equipo grande porque tiene una cancha linda. (que le hizo en el 78 Videla)

Anónimo dijo...

Gabriel Peñalba, mmm me suena que debes ser un gran resentido. Ustedes se huelen a kilometros.