martes, junio 01, 2010


Qué difícil es resumir en un texto todos los sentimientos que vivimos los fortineros en lo que fue el primer semestre del año Centenario. Seis meses que comenzaron con la euforia y la alegría de saber que cumplimos cien años a pura pasión, que tuvo la ilusión de la Copa y que terminó tan triste. ¿Cómo explicar que aquello que parecía tan cercano, hoy por hoy esté tan lejos?

Empecemos por el principio, dice un conocido refrán, y esta no es la excepción. Esta experiencia hermosa que significa llegar a los cien años de vida empezó con la recordada Caravana por Rivadavia, hacia el “Teatro Colón de los Estadios Argentinos”. Una caminata emocionante que juntó a toda la familia, a todos los amigos y que tuvo momentos inolvidables, como aquel viejito en la ventana con su camiseta ya muy antigua, llorando y gritando por el Fortín, con los hinchas reconociendo su vigencia. Una caravana que se planeó desde hacía mucho tiempo y que terminó reuniendo a miles de almas fortineras en nuestro templo del fútbol: el José Amalfitani. A puro festejo, a pura familia.

En el comienzo de este año pasaban cosas como la duda sobre la continuidad de Silva en Vélez, las convocatorias de Razzotti, Cristaldo y Díaz (¡) a la Selección y la aparición de la nueva indumentaria. Empezábamos el torneo con un empate con sabor amargo pero después remontábamos con 3 victorias al hilo (una el debut ante Cruzeiro, por la Copa). Acá empezaba a tomar forma el sueño del campeonato local con los chicos y la Copa con los grandes. Pensamos que se podía. Y esto se reforzó con el baile ante el Rojo (con suplentes) y una nueva victoria en la Libertadores. Pero de repente nos fuimos desinflando en el torneo: algunos magros empates, la derrota con Argentinos y la gran performance en la Copa dejaron de lado cualquier ilusión local. Todo a la Copa, se dijo. La consecuencia: catarata de derrotas en el Clausura y concentración para lograr el pasaje a octavos. Y se vino Chivas. Momento doloroso en la ida con un resultado injusto pero categórico y una vuelta que quiso ser pero no fue. Afuera de la Copa y afuera del Torneo. Fin de la ilusión.

Ante este panorama tan crudo que reflejan los números no fue un buen semestre. Demasiadas ilusiones para tan poca realidad. Demasiados esfuerzos económicos en retener a un plantel que venía de engrosar los sueldos (recordemos que muchos renovaron entre mitad del año y pasado y principios de este, con lo que el campeonato ya obtenido significa a nivel monetario) pero que no supo, por diversas causas, traducirlo en rendimientos. Y si de rendimientos se habla, no podemos dejar pasar un síndrome de este Vélez del primer semestre en el 2010: el nivel de los jugadores y las decisiones de Gareca. Todo está relacionado. No escapa al conocimiento de nadie que en este semestre algunos jugadores tuvieron rendimientos bajísimos; es el caso de Domínguez (por respeto no se lo califica), Papa, Somoza, Zapata y López. Curiosamente, la mayoría de estos mismos jugadores (exceptuando a Somoza y a Lopez, que ya tenían contrato) fueron aquellos que renovaron sus vínculos con el Fortín. Acá es cuando aparece en juego Gareca quien, fiel a sus convicciones, mantuvo en la titularidad a aquellos que lograron junto a él el torneo Clausura 2009. En la jerga se conoce como el “morir con sus jugadores”. ¿Es respetable? Totalmente. En el fútbol nadie es sabio. ¿Es discutible? Absolutamente. El nivel de Torsiglieri (por citar un ejemplo) pedía pista ante el bajón grave de Domínguez, así como la calidad del Burrito Martínez le hacía fuerza a la pobre actualidad futbolística de López o los rendimientos del año anterior de Razzotti conspiraban contra el Somoza ídolo que tanta banca tenía en la hinchada (pensar que cuando pedí este enroque algunos no se mostraron tan cariñosos, y luego cambiaron su opinión). El “morir con la suya” significó para Gareca quedar afuera de todo.

Relacionado a esto último es la siguiente pregunta: ¿este semestre fue un fracaso? Comprendo y no soy ajeno al hecho de que la palabra “Fracaso” en innumerables ocasiones puede generar un rechazo instantáneo. Aquellas posturas de añejos hinchas velezanos que acusan a los más jóvenes (es mi caso, por qué no) de inconformistas, y sacan a relucir argumentos como “si querés salir campeón hacete de Boca o de River” (“Pepe” Amalfitani dixit) me atrevo a decir que confunden el meollo de la cuestión. Decir esas cosas sería analizar el contexto global del Fortín, los 100 años en su Centenario. Yo me remito puntualmente a este semestre: ¿qué objetivos tuvimos? La Copa Libertadores, principalmente. ¿Se logró? No. ¿Había material para hacerlo? Sí. ¿Hubo mala suerte? Sí. ¿Fue la causante de todo? Para nada. Es cierto que una gran cantidad de factores atentaron contra el sueño de la Libertadores en el Centenario (lesiones, jugadas desafortunadas, calendario apretado) como también es cierto que hay una responsabilidad tanto de jugadores como de Cuerpo Técnico y de Dirigentes. No soy juez como para andar dilucidando que grado de responsabilidad le corresponde a cada uno. Lo que sí me permito opinar es que la actuación de Vélez en este semestre, en términos puramente objetivos, fue decididamente un fracaso rotundo. El punto positivo lo logró la complicada clasificación a la Copa Sudamericana, esa que tan cerquita estuvo el año pasado.

Y luego del Mundial vendrá otra historia, tal vez con diferentes intérpretes. Las posibles ventas, préstamos, jugadores que se irán, otros que volverán o llegarán, y la continuidad del Tigre (ese Tigre que vino para ser campeón) en el banco será una realidad. Otro momento para ilusionarnos con un torneo local o, por qué no, con la única Copa que nos falta. ¿Quién nos quita la ilusión?

No hay comentarios.: