miércoles, marzo 21, 2007

El pibe que se hizo hombre


Cuánto cambió desde aquel Hernán Pellerano que asomaba en la Primera, luego de la segunda partida de un ídolo fortinero como lo fue Fabrizio Fuentes. Lugar difícil de ocupar el de un jugador que le dió tanto a Vélez, y cubrió con tanta sapiencia el lugar en la defensa campeona de Vélez Sarsfield. Pensar que cuando dió sus primeros pasos, allá por la primera fase de esa Copa Sudamericana desastrosa del Fortín (sendas caídas, goleadas, ante Colón de Santa Fe) no muchos creían en sus capacidades, pero a fuerza de buenas actuaciones, y con muy poca edad, se fue convirtiendo, de a poco, en un referente más del plantel.

Sin dudarlo, el "Pelle" encontró su lugar de a poco, ya que fue rotando por varios puestos de la defensa: si mal no recuerdo, comenzó de central por la izquierda, luego hasta llegó a jugar un par de partidos (fugaces) como lateral izquierdo, y finalmente llegó al lugar de donde nunca habría tenido que salir, el puesto de central por la derecha (es cierto que en los últimos partidos del mercenario jugó como lateral derecho, pero fue por necesidad más que por ota cosa). El buen juego aéreo, el excelente trato de balón (manteniendo la cabeza fría cuando muchos eligen revolearla bien lejos) y la elegancia para salir jugando lo convirtieron en un eje fundamental de un plantel que, pese a tener muchos partidos en Primera, nunca se destacó por tener demasiada experiencia. De a poco fue formando una pareja de centrales durísima junto a Maxi Pellegrino, y se fueron entendiendo de la mejor manera. Y llegó Lavolpe, y llegó el cambio de lugar nuevamente. Pasó de ser netamente central a compartir esta función con la de lateral también (obviamente por derecha) teniendo la obligación ahora de crear y salir jugando. Le costó y mucho al hermano del volante de Racing, ya que nunca se pudo amoldar totalmente a este puesto. Para su beneficio, el del equipo, y el de todos los fortineros, el Bigotón recapacitó y vió en la línea de 4 la solución a los problemas defensivos, ubicando a Hernán Pellerano en el lugar adecuado (vale aclarar que, gracias a la intervención de Mariano Ugglesich, y la de él mismo, no jugó de lateral como quería Lavolpe, sino como central).

Hoy Hernán cambió mucho desde aquel pibe que había quedado libre de River, jugó en All Boys, llegó a Vélez, y tuvo partidos complicados en sus comienzos. Hoy uno tiene la seguridad de que, si debe pelear en el mano a mano, va a ganar. Si debe bajar una pelota, lo va a hacer con categoría. Si debe pelearse con el rival de turno, y debe pegar alguna que otra murra, no va a dudar (como no dudó con su hermano ante Chicago). Y gracias a todo esto, Hernán tuvo su recompensa, que fue la Selección Argentina. Finalmente, el espíritu Grondona no se pudo oponer, y llegó un jugador de Vélez a la Selección (que estuviese jugando en Vélez, claro está). Él, junto a Maurito, son los dos representantes fortineros en Ezeiza, con la ilusión de llegar a la Copa América.

Desde acá, te mandamos toda la suerte del mundo, y ojalá nos hagas sentir orgullosos como lo hacés en el Fortín.

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