martes, noviembre 09, 2010

Orgullo - CAB 2 - CAVS 3


Qué partido sacó adelante Vélez el domingo por la noche. Cuánta personalidad del equipo y de Gareca, porque fue un partido chivísimo, por el rival y por la presión de tener que ganar para que Estudiantes no se escape. Dejaron todo: desde la actitud y desde lo futbolístico. Porque atacó y fue a buscarlo desde el primer minuto, como nos tiene acostumbrados. Se sabe: eso no se negocia. Vélez va para adelante, es agresivo y no sabe especular, eso se lo transmitió Gareca (recordemos por un segundo cómo jugábamos con Tocalli), pero también demostró el Tigre que no “come vidrio” y que, con aciertos y errores, es un gran técnico.

El partido se abrió desde el comienzo con un gol tempranero de Silva que alivió mucho a un equipo que sabía que entrarle a Banfield era muy difícil, pero no hay vuelta que darle: el Tanque está inspirado, convirtiéndose en un delantero completo, que sabe lo que tiene que hacer en cada jugada, que entendió el juego. Desacomodó fácilmente a su marcador para quedar mano a mano con Bologna y ahí definió lujosamente, con una tranquilidad digna de un amistoso. A partir del 1-0 el partido parecía tranquilo, más allá de algunos inconvenientes para controlar a Erviti, que estaba muy movedizo. Pero cuando nadie lo esperaba apareció Méndez y la clavó en un ángulo, para sorpresa de todo el estadio. Ahí Vélez volvió a la carga y tardó sólo 2 minutos en ponerse en ventaja otra vez, de la mano de Moralez (cómo se te extraña cuando faltás enano) y del Burro Martínez, en esta nueva faceta de goleador, porque después de que Moralez no diera por perdida una pelota y pusiera un centro al segundo palo, Martínez hizo un gol de goleador, estirándose para empujar la pelota a la red.

Hasta el final del primer tiempo El Fortín controló el partido, la posesión y hasta podría haber hecho el tercero, pero en el segundo tiempo cambió radicalmente el desarrollo del partido, se perdió la pelota, Banfield comenzó a presionar más y mejor, a ocupar mejor los espacios y Vélez se vio acorralado, sin poder tener la pelota más allá de que Zapata tuvo un gran partido y por momentos lo intentaba. El empate se veía venir, y llegó, increíblemente, de los pies de Bustamante, que agarró de lleno en la medialuna del área un mal rechazo de la defensa y, le rompió el arco a un Barovero que por segunda vez en la noche veía que no podía intervenir en los goles del rival.

Con el empate se despertó Vélez y Banfield volvió a tirarse atrás y a intentar salir de contra con pelotazos a espaldas de los laterales fortineros. Y acá fue dónde Gareca empezó a ganar el partido: afuera Augusto Fernández y adentro Cristaldo. El Churry entró encendido, encarador, criterioso con la pelota en los pies y en sintonía con sus compañeros de ataque, y fue cuestión de tiempo para que este equipo con hambre de gloria volviera a ponerse en ventaja, después de mover la pelota de un lado al otro y tras un rebote la pelota cayó en los pies de Martínez, que inventó un pase exquisito, maravilloso para dejar a Cristaldo mano a mano con el arquero del taladro y el Churry no perdonó. Hizo pasar de largo a Bologna y definió de zurda para poner el 3-2 y para que esas más de 4.000 personas que estaban en el Florencio Sola se ilusionaran con el campeonato.

Pero para festejar también hay que sufrir un poco, y se sufrió porque Banfield es un equipo muy serio y se vino con todo para empatar, en base a centros, es cierto, pero con mucho ímpetu y Gareca lo vio y metió mano de nuevo, afuera Martínez (estaba exhausto) y adentro Gastón Diaz y línea de 5 para ocupar bien el ancho de la cancha. Afuera Moralez y adentro Razzotti para pelear en el mediocampo, y estuvo perfecto. Y el tiempo pasó, Barovero descolgó los últimos 2 centros y terminó el partido. Vélez había ganado un partidazo, un partido en el que se demostró a si mismo, y a los rivales que está para campeón. Le mandó un mensaje a Estudiantes, “no te llegues a caer porque acá venimos nosotros”. Pero más que nada hizo que se le infle el pecho de orgullo a cada hincha fortinero.

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