
Una vez más, los dirigidos por Ricardo Gareca demostraron que a este equipo puede faltarle fútbol, puede faltarle puntería, pueden faltarle jugadores vitales, pero si hay algo que le sobra, es amor propio. Como en la reacción ante Colón en Santa Fe, Vélez volvió a dar cátedra en coraje y, jugando el peor partido en lo que va del campeonato (con mucha incidencia del mérito del rival) no perdió. Con dos goles abajo, y pocas ideas, supo encontrarle la vuelta y, aún con diez jugadores, evitó perder el invicto y mantuvo la punta, pase lo que pase con Lanús.
En cuanto a la faz objetiva del encuentro, si lo analizamos fríamente, hay que decir que Vélez fue sin dudas superado durante todo el primer tiempo. Sin encontrar la cura para el cáncer ni mucho menos, Caruso se dedicó a abrumar con marcas a los laterales, y a tapar por sobre todas las cosas a Zapata para que no pudiese distribuir juego (entre 2 y 3 jugadores le estaban encima constantemente). En la faz ofensiva, el DT de Racing se limitó a que sus jugadores tirasen pelotazos cruzados, sobre todo a espaldas de Papa (que tuvo un muy mal partido, ni defendió ni atacó) y con eso complicó muchísimo. Sin dudas, el gran problema de Vélez fue el pressing que propuso Racing: no pudo jugar. Este Vélez necesita tiempo para hacer circular la pelota y pensar, y el equipo de Avellaneda no lo dejó. Cubero tuvo un muy mal partido, Papa lo suyo, Razzotti desubicado, y Larrivey perdido como en los últimos 3 o 4 encuentros. Un combo que podría haber sido mortal.
En la segunda parte Vélez se recompuso un poco, pero enseguida vino esa jugada tonta en la cual por no haber despejado la pelota, le quedó al jugador de Racing que, vivo, buscó el penal, muy tonto, que regaló Razzotti. ¿Partido liquidado? Ni mucho menos. Vélez sacó ese amor propio que tiene, y que demuestra partido a partido lo que quedó evidenciado: ganarle a este equipo no va a ser fácil. Cuando todo parecía perdido y los caminos no se encontraban, de la mano de dos pelotas paradas Vélez empató el partido y se mantuvo en la punta. No importó el tiempo que hicieron los jugadores de la Academia, el tribunerismo de Migliore o el “Olé” que llegó a bajar de la popular visitante (entiéndanlos, no es fácil ver semana a semana a un equipo de Caruso, una vez que juegan masomenos bien…).
¿Vélez jugó mal o Racing jugó bien? Me inclino a pensar que pasó más por lo segundo que por lo primero. Se sabía que ellos iban a trabar con el alma cada pelota, pero el que Vélez no haya sabido encontrarle la vuelta al partido no faltó por ganas sino por inteligencia para resolver el acertijo carusesco. Embarullar el juego, cortar todo tipo de circuito y salir rápido de contra fue algo que a Vélez siempre le costó contrarrestar y ésta no fue la excepción. Pero tranquilidad: si Vélez jugando su peor partido del torneo no perdió, eso también es una (buena) señal.
En la faz subjetiva, es muy importante destacar la entrega de los jugadores. En otra época, Vélez se iba goleado del Amalfitani en un partido así. Esta vez, con más ganas que otra cosa, lo llegó a empatar y lo pudo haber ganado, con esa jugada del final en donde Velázquez mandó la pelota a visitar una nube. Estuvo ahí nomás, era el gol del campeonato, pero no se dio.
No se perdieron dos puntos, se ganó uno por como se dio el partido y hay que valorarlo. Ahora se vienen (a mí entender) 3 partidos en donde Vélez puede llegar a sacar una muy buena diferencia: Gimnasia LP en el Bosque, Boca (suplentes) de local y Gimnasia (Jujuy) de visitante. Sería ideal sacar al menos 7 puntos, pero los 9 no son cosa imposible ni mucho menos. A pensar en el Lobo y a recuperar jugadores vitales que los necesitamos…